jueves, 8 de abril de 2010

Quiero un mundo de caramelo

No me vean mal por decir que quiero un mundo de caramelo. Donde todo sea mejor, y pueda irme a beber unas cervezas a los tabledances de Villagrán, a los antros del Barrio Antiguo, a las cantinas de Ruperto Martínez o de Reforma, y no esperar balas.
Un mundo donde no nos quieran meter la propaganda del Bicentenario por el trasero y los políticos no se esperen a que haya dos muertes en las universidades privadas para reaccionar, convocando a una manifestación.
Diría incluso que un mundo sin futbol, pero me conformo con que no construyan el nuevo estadio de los rayados del Monterrey en el único parque con flora original que nos queda en el área metropolitana, en el Bosque de La Pastora.

¿ACASO ES MUCHO PEDIR?
Por supuesto que es mucho pedir. Porque eso sería precisamente un mundo de caramelo. No el México desgastado desde la conquista, todavía ANTES del Bicentenario, que nos han heredado.

FRACASO DE UN PROYECTO GENERACIONAL
En los años ochenta y noventa del siglo pasado existía la proclama mediática de que los jóvenes de esta generación eran el Futuro de México.
Prueba no superada.
Ahora, con todo gusto les regresaríamos su sobrante de futuro.
¡A sobrevivir se ha dicho!

No hay comentarios:

Publicar un comentario