En una carta (firmada en 1956) que el poeta tabasqueño Carlos Pellicer escribe al Regiomontano Universal Alfonso Reyes, llama a Diego Rivera “el hombre que más cambios ha producido en la pintura del continente americano del siglo XX”.
De Diego Rivera se puede hacer una miniserie para adultos. Ahí se pueden tratar temas como el comunismo (y su amistad con Trotski), el amor (Frida Kahlo), su relación con los burgueses que manejan el mundo (Rockefeller), intelectuales de su tiempo (José Vasconcelos y el mismo Alfonso Reyes).
Ha sabido hacer como pocos, lo que se llama gestión cultural, llegando a pintar murales en oficinas públicas y retratos de personalidades de su tiempo. Un mortal que volaba sobre el pantano con su bandera roja, al que incluso los políticos más quiquillosos debían tratar. ¿Qué tanta influencia no tendría?
Le decían el Sapo, por los ojos saltones… y también el chile bola, por lo gordo. Juzgue usted.
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